miércoles, 9 de junio de 2010

Capítulo uno: E y N en un Japón no muy lejano.




Parecían absortas en aquel ambiente japonés. Rodeadas de anime, merchandaising y cosplays, sabían que se habían visto en algún sitio pero no sabían dónde (típico). Mientras N pensaba, E hacía exactamente lo mismo... Pasaron la tarde entera mirando sin mirara ver si así al menos conseguían descifrar de donde procedían la una y la otra de la cabeza de cada una... No fue así, al menos hasta que llegaron a casa.

A veces, increíblemente internet sirve para lo que verdaderamnete debería servir, para cosas buenas.
Y aunque parezca imposible las redes sociales también acabaron por cumplir su cometido... Un par de mensajes después y gracias a un amigo en común, todas las dudas parecieron disiparse, al menos por el momento ya sabían quien era cada una.
Ni mucho menos se trataba de algo espectacular pero al menos se pusieron de acuerdo en que ya se daban por conocidas.

N recordaba la ropa de E, aún bajo la rara circunstancia de que no recordase la suya: una camiseta amarilla cortada, unos shorts vaqueros, unas converse, un bolso "chanel" y un simpático (como no) lacito en el pelo. Todo esto atraviado con sus labios teñidos de un rojo manzana.
Puede que aquello no pareciese gran cosa pero con el tiempo y un par de amigos de por medio la histora llegaría aun punto que en aquel momento desconocían por completo.

No sabían lo que llegaba ni por cuánto tiempo se iba a quedar pero lo que sí era seguro es que ninguna de las dos lo hubiese imaginado.
La cultura nipona les hizo un favor que posiblemente olvidaran un poco y que sin embargo tuviesen que volver a recordar durante el resto de su historia.


http://www.youtube.com/watch?v=6Eq4I2nvIxM&feature=related

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sonic ways.

Me vuelve loco la doble personalidad de esta pequeña ninfa. Tal vez de todas las ninfas. Esa mezcla de una soñadora ternura infantil y cierta temerosa vulgaridad. Ya sé que es una locura escribir este diario, pero el hacerlo me proporciona una extraña emoción, y solo una amante o esposa, podría descifrar mi microscópica escritura.

(Lolita)