
Y que conste que no suele ser así o al menos no llego a estos niveles.
Después de pasar el día de ayer tal y como lo pasé hoy me quedan ganas de pocas cosas, las cuales me sobran los dedos de una mano para contarlas, en concreto nueve.
Mañana y tarde intentando estudiar, mirando el libro, viendo las horas pasar. Intentaba escribir pero tampoco me salía nada. Se iba acercando la hora y no veía el momento de despegarme del ordenador y decidirme de una vez a preparame como de costumbre y salir.
Algo de cine, rojo y cerveza. No esperaba nada especial salvo una sóla cosa, en la que la verdad, no tenía grandes esperanzas para que engañarnos.
Día aburrido, gris y monotono no sólo para mí por lo que pude comprobar, al menos tenía a alguien a mi lado que estaba más o menos en igualdad de condiciones. Y eso siempre ayuda a sentirte mejor, o al menos un poco más comprendida quieras o no...
Nunca me había llevado tanto tiempo escoger una puñetera camiseta. Esto es horrible.
No aguanto ver como después de esperar impaciente el fin de la película, caminar bajo a lluvia, llegar empapada a un bar, apurar la cerveza al máximo, volver a otro bar modo comprobación, hacer tiempo, alargar, volver bajo la lluvia, llegar a casa empapada otra vez y no conciliar el sueño una misera hora decentemente, una cosa tan pequeña y a primera vista tan tonta, me puede mandar el día a los más bajos fondos...
Pequeños detalles, que más que nada por la situación, desconciertan, duelen, quitan las ganas de todo, debilitan, bajan la moral y te dejan con los niveles a cero. Sin defensas...
Lo más irónico de todo esto es que aunque no lo aguante y me joda en el alma... siga en mis trece.
Qué mal acostumbrada estoy... o mejor dicho que poco acostumbrada. Cómo pesa esto de ser nueva y a la vez anterior.
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