sábado, 4 de julio de 2009

Todo lo que digas y la forma en que lo digas no importa.


Una imagen y un gesto siempre valen más que mil palabras...Lástima que yo no lo diga en el buen sentido, sino que creo que ello trae muchismas más complicaciones que una simple frase.

Puedes perfectamente acercarte a alguien darle rozar su nariz y sin embargo visto desde otro ángulo que parezca otra cosa y crear una repercusión nefasta a su vez para con otros.

Cuando das la mano a alguien debería tomarse como un mero gesto fraternal, como una muestra de cariño o afecto, sin más, sin embargo hoy por hoy, y por experiencia propia, tengo comprobado que se toma como algo demasiado especial y lleno de connotaciones demasiado rebuscadas y escondidas incluso para mí.

Mi duda es por qué una costumbre tan popular y socialmente aceptada, como es la de dar dos besos al ver a alguien conocido o a quien conoces en ese momento, no da lugar a confusiones tan tremendistas.
Alguien puede acercarse y mediante una simple presentación puede establecer contacto contigo, pues bien, si damos esas mismas facilidades para permitir traspasar esa línea que separa el aire que corre entre dos, por qué no hacerlo con el resto.

Todo esto me lo he venido planteando desde que conozco a las dos primeras personas que he encontrado que no dan dos besos a la gente cuando la ve. Y es que algo de razón llevan y coincido con ellos, en que se pierde esa primera impresión tan básica que permite captar en muchas ocasiones la psisis de la persona que acabas de conocer por h o por b. Establecemos tan rápido contacto con las personas, les permitimos tan fácilmente que crucen esa línea imaginaria y que tomen de buenas a primeras ya el brazo antes que la mano, que perdemos verdaderamente la esencia de conocer lo que está por conocer, que no es más que la curiosidad de qué depara cada ser humano a otro.

1 comentario:

  1. muahahah
    Eres una pequeña escritora poética-pensadora
    Me encanta :)

    ResponderEliminar

Sonic ways.

Me vuelve loco la doble personalidad de esta pequeña ninfa. Tal vez de todas las ninfas. Esa mezcla de una soñadora ternura infantil y cierta temerosa vulgaridad. Ya sé que es una locura escribir este diario, pero el hacerlo me proporciona una extraña emoción, y solo una amante o esposa, podría descifrar mi microscópica escritura.

(Lolita)